Hay quien con su entusiasmo te ilumina
y hay quien, Naturaleza, te entristece.
Tú que a algunos les dices: ¡Sepultura!,
dices ¡Vida, esplendor! a los demás.
Hermes desconocido que me asistes,
aunque siempre intimida tu presencia:
gracias a ti yo soy otro rey Midas,
el más cuitado de los alquimistas;
tú me haces transformar el oro en hierro
y en infierno lo que era paraíso;
en el sudario blanco de las nubes
descubriré el cadáver de lo que amo,
y en las altas riberas celestiales
construiré sarcófagos inmensos.
(Hubiese querido que fuera mío... pero es del maldito Baudelaire).
domingo, noviembre 25, 2007
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