martes, abril 04, 2006

Ya está a la venta "Sobras completas"


Junto a veinticuatro creadores de los más diferentes estilos e influencias, Gregorio Jebluss publica tres de sus relatos en esta antología de cuentos breves. La riqueza estriba en la diferencia, y el resultado de esa fusión es esta obra que sorprende por su eficacia y su calidad literaria. Muy pronto se hará la presentación al público. A la venta en El Corte Inglés, Casa del Llibre, Passatge del Llibre, Taifa y otras librerías.

La cita de la semana

"La existencia humana se asemeja a una representación teatral que iniciaran actores vivos y concluyeran autómatas vestidos con los mismos trajes."

Arthur Schopenhauer

Literatura pagana

Ser un sujeto ficticio
tan remoto como cuevas en otoño
supuesto como los surcos de una frente
etéreo como el agua de los vidrios.

Estar en cada pestañeo
en cada exacto aleteo de abeja obrera
sentado en un grano de sal mediterráneo.

Parecer un coágulo omnipresente y vivo
indispensable y sin embargo, humo.

Semejar abrazar finales abruptos.

Yacer.

El acantilado

Joseph se sentó en la roca de siempre, frente al mismo mar, y pensó en el devenir. "El devenir es ese factor que determina nuestras angustias. Es el látigo con puntas de acero que nos damos en la espalda, mientras caminamos hacia esa luz que vemos allí al fondo." Hizo un ademán como para volver en sí, se levantó y subió a la parte más alta del acantilado. "Por ejemplo -prosiguió- ahora miro hacia abajo y veo el devenir de muerte; podría ver cómo cae la sangre que dono para conocer mi devenir. Miro a mis espaldas, pero veo pasado, que es lo mismo que decir 'veo preguntas'. Preguntarse es buscar. Buscar es no encontrar. No quiero seguir buscando. Quiero encontrar". Cogió una piedra: "En esta piedra podría verlo todo. Sin embargo, sólo me veo a mí. Quisiera amarte piedra, pero no puedo."

Miró el mar, caminó hacia atrás para tomar carrera y lanzó la piedra lejos, muy lejos, tan lejos como jamás lo había hecho en su vida. La piedra, insignificante ante aquella masa de agua, se dejó de ver apenas se despegó de la mano de Joseph, insignificante también ante aquel espectáculo.

Y otra vez la misma piedra con la misma frase de siempre, con la esperanza de que, alguna vez, alguien pudiera leerla: "Lo doloroso no es morir. Lo doloroso es nacer."