miércoles, noviembre 29, 2006

Ayer respiré profundo


Los pulmones llenos de ese gratificante vaho primaveral que expele la hierba recién cortada.

La extraña y veraniega sensación de soplar un diente de león y comprender que el aire también desprende voluntades.

El intenso placer de caminar por sobre las hojas caídas en la acera, y sentir ese crujir tan otoñal.

El asalto que provoca la invernal lluvia que no hace más que regalar tardes de melancolía y de volver a empezar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya, gregorio, pues yo creo que tienes que dejar aflorar más tu vena poética y atreverte a compartir con nosotros, a la luz de una cerilla, los versos que llevas escondidos en los bolsillos...
diente de león